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3/5/10

Por el INCINI como debe ser: asi ningún pobre es excluido por "opositor", algo que pasa aunque no se admita...

Pobreza y desnutrición: Estigmas sociales latentes

Académicos en estudios sociales y de salud analizaron para EL SIGLO los principales aspectos que se encuentran relacionados con el karma de padecer situaciones de pauperización constante. Además, se proyectan las consecuencias nutricionales y de desarrollo humano que afectan a los más vulnerables, los niños.

Aquel país que llegó a ser una tierra de oportunidades para nuestros ancestros, se ha convertido, con el paso del tiempo, en un suelo fértil de miseria y desigualdad social. Por sus desérticos campos de anemias humanas vergonzantes, transitan espectros degradantes, hermanados por la carencia y huérfanos de toda contención: Pobreza y desnutrición, un flagelo que se esconde en números, pero que late y se palpa en la más tétrica realidad.
Nadie tiene la verdad sobre esta situación, para la Iglesia hay un 40 por ciento de pobres, organismos privados la ubican en el 30, las voces oficiales hasta gruñen, ofendidas, por un mísero 13 por ciento de personas que no llegan a alcanzar las condiciones óptimas para satisfacer sus necesidades. Ante tanta divergencia, está claro que la solución se sumerge en un mar de divagaciones.

Efectos colaterales

"Los pobres no conforman una clase social, como tampoco se puede sostener la existencia de algo así como una cultura de la pobreza. Los pobres, en este caso, son un agregado estadístico. En el Norte Grande de Argentina (NGA) se encuentran las áreas más pobres de todo el país, a las cuales se las denominan los núcleos duros de miseria", sostiene Fernando Longhi, investigador del Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET-Tucumán), que, junto a Alfredo Bolsi y Pablo Paolasso, analizaron, para EL SIGLO, las caracterizaciones de este padecimiento social.
Un solo concepto encierra tantas descripciones que no se limitan nada más que a lo meramente económico, sino todo un sistema de delaciones e inequidades se sustentan en la negación misma de la realización humana: "La pobreza, o su manifestación extrema -la miseria- no es inocua para la gente que la padece, pudo observarse que la miseria mata y enferma. Ser pobre no solamente implica no tener una cantidad mínima de dinero para subsistir, sino que también significa poseer un bajo nivel educativo, no tener acceso a la salud, a un trabajo digno", recalca Paolasso, al tiempo que se despliegan algunas cuantificaciones que impactan sobre la franja social más débil que padece estas mortificaciones inexplicables. En el período que va de 1989 hasta 2003, en el NGA 11.555 niños no llegaron a cumplir su primer año de edad por enfermedades directamente relacionadas a la pobreza; de este conjunto, 2.227 muertes fueron atribuidas directamente a la desnutrición.

Residuos sociales

Un panorama que aún no ha demostrado su faceta más inquietante, pero que convive ante la indiferencia de millones de anónimos responsables secundarios: "Los pobres son el residuo del modelo socio-económico imperante. Son las personas marginadas del proceso de modernización, aquellas consideradas no aptas, excedentes, superfluas, a las cuales hay que eliminar para alcanzar el progreso. Según esta visión académica de los pobres, las villas miseria serían los vertederos de esos residuos", sentencia, de manera cruda y contundente, Alfredo Bolsi para referirse a cómo está siendo considerado este flagelo en la coyuntura actual, ejemplificando con una proyección simbólica que no dista en demasía de la percepción que de los pobres tiene el común de la población.
Como se dijo, los niños son aquellos que más expuestos están a este padecimiento y, una vez más, son los guarismos estadísticos los que demarcan patentemente una alarmante realidad: El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), tomando como base datos oficiales del INDEC correspondientes al año 2007, refiere que en Argentina nacen 1.920 niños por día, el 31,6 por ciento de ellos nacen en hogares pobres.
En consecuencia, el promedio es de 606 bebés pobres diarios, y como peor proyección se indica que de esta población, 28 niños morirán por causas relacionadas con la pobreza, mientras que 8 de ellos, directamente morirán de hambre. Números acorde al contexto de extrema gravedad que, si bien tuvo un marcado descenso a partir de 2003, el amesetamiento y un nuevo ascenso en los guarismos se percibe desde 2008 en adelante, ya que para la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), según el informe "Salud materno-infanto-juvenil en cifras", el 40,3 por ciento de los chicos de 0 a 14 años vive bajo la línea de pobreza y el 14,3 por ciento es considerado indigente.

Crecimiento limitado

En esta etapa, comienza a tallar otra gran preocupación, factor determinante y derivado de la situación crítica descripta anteriormente: La desnutrición y sus efectos sobre la infancia.
En este sentido, el niño que nace en condiciones de pauperización no posee la correcta alimentación que necesita para consolidar su proceso de crecimiento: "Ante ello, comienza a utilizar sus reservas calóricas y proteicas para adaptarse a ese déficit, por lo que afecta a sus procesos vitales, a sus células y reduce su capacidad de crecimiento", explica, para este diario, el doctor Miguel Ángel Sáez (MP. 1595) presidente de la SAP en Tucumán.
Esta carencia nutricional crónica, donde algunos órganos no crecen, da como resultado personas achicadas, lo que se conoce como "petisos nutricionales", donde la provincia cuenta con la talla más baja del NOA, lo que se relaciona en gran medida con el nivel de ingesta del menor.
Un equilibrio inestable como el descripto, provoca que órganos que crecen muy rápido como el cerebro (dos miligramos por minuto en los primeros meses de vida, por lo que un cerebrito que pesa 400 gramos, luego de un año pasa a 800 gramos, es decir, el 80 por ciento de la proporción del peso del cerebro de un adulto), sufran una deficiencia, explica Sáez.

Extremos indeseables

En este caso, si el nivel nutricional no es el adecuado, se llega al extremo de una atrofia cerebral irrecuperable: "El número de neuronas de un ser humano se determina entre los cinco meses de vida intrauterina y los siete meses de vida extrauterina, si durante los meses prenatales o post natales no recibo aporte suficiente de nutrientes (alimenticios y afectivos) no puedo sostener todo el crecimiento, se limita el número de neuronas. Todos estos chicos que son acortados, poseen un déficit intelectual y educativo que hasta le impide, al ser mayor, insertarse laboralmente, es todo una cadena", recalca el galeno.
Sin embargo y, paradójicamente, aparece correlacionado otro problema, que se manifiesta a través de una mala alimentación, debido al consumo de comida chatarra que es rica en hidratos de carbono, pero pobre en proteínas. Lo cual trae aparejado que, además de ser bajo, el menor tienda a presentar una contextura de un falso gordito, médicamente conceptualizado como "farináceo". Situación que se adjudica al endeble nivel cultural de las familias pobres, que carecen de una educación alimentaria avalada por evidencia científica, lo que denota una elevada desinformación, sobre todo en las madres, y se traduce en los malos hábitos.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud y la Academia Americana de Pediatría recomiendan que la leche materna sea el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido. No solo por su composición, sino también por el vínculo afectivo que se establece entre ella y su bebé durante el acto de amamantar. Este alimento protege a la criatura frente a muchas enfermedades tales como catarro, neumonía, diarreas, otitis, infecciones de orina, e incluso otras futuras como asma, alergias y obesidad. Favorece también a la madre. Las mujeres que amamantan pierden el peso ganado durante el embarazo más rápidamente, y difícilmente padecerán de anemia o de hipertensión y depresión posparto.

Alimentación clave

En tanto, en la edad preescolar, la que corresponde al período de 3 a 6 años, el niño ya ha alcanzado una madurez completa de los órganos y sistemas que intervienen en la digestión, absorción y metabolismo de los nutrientes. Es una etapa de crecimiento más lenta y estable, en la que los niños ganan una media de 2 kilos de peso, y de 5 a 6 centímetros de talla, al año. En esta franja es necesario resaltar que el consumo nutricional medio (de acuerdo a lo ponderado por el Centro de Estudios de Nutrición Infantil -CESNI-) debe instaurarse en las 1.600 calorías diarias, compuestas por un 50 por ciento de carbohidratos (leche, legumbres, cereales, verduras, frutas), 31 por ciento de lípidos (presentes en carnes, fiambres, pescado, huevo, son las grasas) y un 18 por ciento de proteínas.
Hasta aquí se esquematizaron aquellos aspectos referidos a las consecuencias más palpables que acarrea, a una gran fracción de la población nacional, el estar inmersos en condiciones de vida paupérrimas, que afectan en demasía y sobre todo a aquellos sectores cuya indefensión surge desde el momento mismo en que nacen a un mundo famélico de oportunidades.
En la edición de mañana, el análisis estará centrado en los factores afectivos y culturales (que hacen mella en los niños) asociados a este flagelo, como así también la percepción de profesionales en la materia sobre las políticas que se llevan a cabo desde el Estado para paliar el velo corroído de este panorama vergonzante.

Carencia de servicios esenciales

Según lo descripto por el informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2007/2008, desarrollado por la Universidad Católica Argentina, cerca del 70 por ciento de la población compuesta por niños y adolescentes pobres no poseen en su hogar servicios esenciales como agua potable, luz eléctrica y gas.
Además, el análisis sostiene que el 20 por ciento de estos chicos "sufrió con mucha frecuencia la falta de un plato de comida". Por otra parte, señala que carecen de una cobertura de salud, mediante obra social, mutual o medicina prepaga, siete de cada diez menores y casi 2 de cada 10 no tienen cobertura y tampoco tienen un hospital cerca de su casa, este panorama se observa en la fracción confeccionada por el 25 por ciento de los niños y adolescentes más pobres.

Parámetros sobre déficit nutricional en niños

La Universidad Católica Argentina (UCA), a través de su Observatorio de la Deuda Social, con el objeto de evaluar el desarrollo humano y social de la población, estableció tres parámetros para la cuantificación relacionada con el carácter de Riesgo Alimentario que padecen los hogares argentinos en los que habitan infantes.
En primer lugar, debe señalarse el déficit moderado, que son los niños/as que viven en hogares que en ocasiones tienen problemas para cubrir las necesidades alimentarias del hogar; en segundo término se encuentra el déficit severo que son los niños/as que viven en hogares en los que frecuentemente se experimenta hambre por no tener qué comer; y finalmente se recalca el déficit total, resultante de la sumatoria de los déficit moderado y severo, esto es la proporción de niños/as que se encuentran expuestos a riesgo alimentario.
En este sentido, cabe señalar que en el 2009 y en la Argentina urbana había un 46 por ciento de hogares con niños menores de 18 años. El 23,1 por ciento de estos hogares se encontraba en riesgo alimentario (en proporción,14,8 por ciento con déficit moderado y 6,4 con déficit severo). En términos de población infantil, únicamente, el guarismo asciende al 27,9 por ciento, lo que proyectado a nivel país muestra que una población de 3.487.500 niños/a padeció de riesgo alimentario durante 2009, del cual el 8,1 por ciento sufrió directamente de hambre.
Ahora bien, si se toma en consideración los extremos, surge que en el 25 por ciento de los niños y adolescentes más pobres, el riesgo alimentario general afectó al 60 por ciento de este grupo y el déficit severo al 26 por ciento. Mientras que, al momento de desagregar los datos estadísticos por edades, se obtiene que: En la población menor de cinco años, el riesgo alimentario alcanzó el 30,1 por ciento y el déficit severo se ubicó en el 11,5 por ciento; en el caso de los chicos entre cinco y 12 años, el riesgo total fue del 27,9 por ciento y el severo de un 6,4; finalmente en los adolescentes el nivel de riesgo total llegó al 25,1 por ciento, y el déficit severo fue del 7,6 por ciento.

Fuente: Pobreza y desnutrición: Estigmas sociales latentes - El Siglo Web.com - 02/05/10
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Se lanzó un nuevo partido político moderno: Coalición Cívica-ARI, que está camino a terminar con el bipartidismo (aquel radical-peronista) en la Argentina, y a posicionarse, para ser así la tercera opción, la gran "tercera fuerza nacional" que nescesitamos todos.

Lo que fue la presentación:

Carrió reapareció con nuevo partido y dardos para Cobos - La Nación - 03/10/09

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