Que el domingo pasado, en Catamarca, haya ganado el Frente Cívico de Eduardo Brizuela del Moral y haya perdido el PJ de Luis Barrionuevo y Ramón Saadi no entraña cambio alguno para la historia de la provincia ni para la vida nacional. Se repitieron el enfrentamiento y el resultado.
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Por eso llama más la atención lo único relevante de este episodio: que Néstor Kirchner haya ido a Catamarca a ponerle el rótulo de "kirchnerismo" a un grupo derrotado de antemano.
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Lo más significativo de los comicios catamarqueños es haber demostrado que Kirchner suele ser presa de raptos de irracionalidad por los que termina agrediéndose a sí mismo. Hay que preocuparse, porque ese gigantesco fallido salió de la cabeza de quien toma todas las decisiones del Gobierno en medio de la crisis.
Como suele suceder con las víctimas de la ira, hay otros que sacan ventaja de su drama. En este caso, Julio Cobos, Brizuela del Moral, Luis Barrionuevo y Ramón Saadi se aprovecharon de Kirchner como de un principiante.
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Brizuela lleva adelante una gestión exitosa, facilitada por las rentas que derivan de la explotación minera. Su Frente Cívico conserva todavía el encanto de haber encarnado, en los 90, un proceso de regeneración política cuya memoria mantiene viva Saadi con su tenaz protagonismo. El encargado de renovar el saadismo es Luis Barrionuevo, quien controla el PJ catamarqueño desde el partido de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, donde hoy lanzará una corriente sindical antikirchnerista.
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Por si no bastaran estos auxilios, Brizuela aplica los recursos del Estado del modo en que lo hacen casi todos los gobernadores: empleo público, subsidios, bolsones de comida, todo está al servicio del proyecto político oficial. Su triunfo en Catamarca estaba escrito en el rumbo de los astros.
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Sólo la desconexión de Kirchner, quien sustituye los muros de Olivos por los de su casa en El Calafate, pudo convertir esa victoria rutinaria en una hazaña nacional. Brizuela le ofreció su triunfo al resto del país y Gerardo Morales, el presidente de la UCR, dijo que Catamarca anticipa lo que sucederá en octubre con los demás distritos. No es imposible que en las próximas elecciones el kirchnerismo sea arrasado. Pero si eso se verificara, se trataría del derrumbe de un aparato de poder. No de su consolidación, que es lo que sucedió en Catamarca.
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Barrionuevo y Saadi, enemigos entre sí, también se burlaron de la impericia de Kirchner. El Gobierno los relevó de tener que gastar dinero en una campaña perdidosa. La plata la pusieron los funcionarios nacionales. Al final, la llevó el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, quien pagaba 1000 pesos por auto para el traslado de votantes, lo que demostró que no conocía la provincia y que el dinero no era de él. Los peronistas catamarqueños delegaron el esfuerzo en el forastero Ishii, quien debió reprenderlos varias veces por remolonear a la hora del proselitismo.
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Pero el negocio de Barrionuevo y Saadi fue mayor. El gobierno nacional les hizo ahorrar también una derrota. "En Catamarca perdió Kirchner", se mofaron, como si ellos pudieran ganar.
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Masoquista extremo, el esposo de la Presidenta le dio también a Julio Cobos la posibilidad de adjudicarse, gratis, una victoria. La relación de Cobos con Catamarca es tan buena, pero a la vez tan remota, como la que tiene con casi todos los distritos del país.
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Ayer en la pingüinera querían culpar del desastre a Juan Carlos Mazzón y a Florencio Randazzo. Cinismo. Los santacruceños saben que Kirchner no escucha a nadie. Ni a Vito Corleone, cuando dice: "No odies a tu enemigo porque eso nublará tu inteligencia".
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Fuente: Kirchner fue victima de su propia ira
Por Carlos Pagni (Politica) -Diario La Nación (10/03/09)
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