Ser porongaEn la jerga tumbera, “ser poronga” es ser el cacique de la tribu. El palo más grueso que sostiene la carpa. Curiosamente, en las cárceles de mujeres también la que manda es la más poronga (Freud habló de envidia del falo y no de envidia del pene).
Fuente: Ser Poronga - Diario perfil - 05/03/10
Desde la CC:
Respuesta de los diputados de la Coalición Cívica al Director del Diario Perfil Jorge Fontevechia
Ayer Jorge Fontevechia escribió una nota para la que eligió el discutible título de “Porongas”. También se incluyó entre los que conforman lo que él llama “la audiencia sensata”. Es una columna machista, de una vulgaridad poco común en alguien que se erige a sí mismo en un intelectual con condiciones de juzgar a funcionarios, políticos, periodistas y a la sociedad toda. Esta escrita en un lenguaje seudo-intelectual que no puede ocultar la grosería. En definitiva, lo mal educado que puede resultar alguien cuando maltrata con indisimulable narcisismo a una mujer (...).
¡HAY QUE TENER OVARIOS!
El periodista Jorge Fontevecchia, en la contratapa de su diario Perfil, publicó una nota titulada SER PORONGA refiriéndose a la Presidenta de los argentinos, Cristina Fernandez de Kirchner y la principal opositora Elisa Carrió.
Ubicar a la dirigente Elisa Carrió y a la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner en un mismo nivel es al menos un análisis simplista carente de rigurosidad intelectual (más allá de utilizar categorías del psicoanálisis para avalar dicha postura) o sin duda alguna un análisis malintencionado.
Tanto algunas teorías psicoanalíticas, como diferentes concepciones teóricas han favorecido a la construcción de una sociedad donde el poder está del lado del falo, del “macho”, y en nuestro país “el macho argentino” es la figura indiscutida para el ejercicio del poder.
No hay que ser poronga para enfrentar el poder (encarnado no sólo en la corporación política sino también en la económica y en la mediática ) sino HAY QUE TENER OVARIOS.
Elisa Carrió a diferencia de todas las figuras políticas femeninas de la historia Argentina, construyó poder real desde y, reinvindicando su condición de mujer. Su poder no está basado en ser “la mujer de”, en estar al lado del falo. Carrió es una “mujer sin apellido” según la expresión que atribuye a los apellidos de los maridos la posibilidad de ascenso político de sus mujeres, que aparecen así como custodias de su poder. En realidad tiene apellido, “el propio”.
Es lamentable que en pleno siglo XXI desde el periodismo se descalifique a una mujer como Elisa Carrió por su condición de mujer. Acaso sería mas cómodo que las mujeres en política sólo se dediquen a “hacer empanadas” (Carrió dixit). Acaso no se tolera que una mujer dispute poder real, y que además no sólo intenta cambiar la apariencia del poder, sino la propia naturaleza del mismo.
No hay que confundir intransigencia en los principios con “quien la tiene más dura”. Su vida misma ha tratado de ser un testimonio de esa intransigencia.
Quizás la incomodidad que genera Elisa Carrió es que nos interpela como ciudadanos y nos exige tomarnos en serio nuestros derechos, pero también, y fundamentalmente, el ejercicio de los mismos. Nos quita la “certeza” y “la comodidad” de pensar que la posibilidad de cambio depende sólo de los dirigentes, sino que nos demuestra que un cambio real sólo es posible en el compromiso de la ciudadanía.
Jxi Córdoba
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